vendredi 11 février 2011

El museo de las madres

Me dio por arreglar o reacomodar mi cuarto. Me di cuenta de una cantidad innumerable de cosas, encontré de todo. desde camisetas de hace 8 años, hasta juguetes o tonterías encontradas en la calle. El problema fue que nunca le hice caso a mis padres y amigos sobre no levantar cosas del suelo.

Inicié por arreglar las camisetas, ordené por edades, encontré una camiseta de los Rolling Stones, Bridges to Babylon, una playera del 2004 de Silvio Rodriguez, una camiseta de Sevilla, otra del niño Torres, con decir que tengo playeras de la pandorga, quizá un regalo de borrachos de un colega de Ciudad Real.

También encontré todos los calcetines impares que uso, azul con gris, café con negro y así los voy haciendo con lo que las mañanas exigen, Vi mis apuntes de Francia, recordé que mi colega el Migue me decía que para que coños me los llevaba, tenía razón yo pensaba lo mismo, pero mis padres querían lo contrario.

Me encontré viejas cartas, algunas postales, recuerdos de todas partes, una piedra del Día D, libros, hojas, pulseras, fotos, aretes de viejos amores, fotos de niño.

LA guitarra desde hace tiempo sigue tan triste detrás de la puerta, junto a los DVD y un coche de control remoto de mi hermano. De niños mi hermano y yo el lugar detrás de la puerta le llamamos de las cosas viejas, de las travesuras. Quizá por eso está la guitarra en ese lugar. Es el único lugar del cuarto que posiblemente nunca ha sido del todo arreglado. Por la nostalgia, por ser intocable, no lo se. Dejé de hacerme el pulcro al llegar a este punto.

Mi cuarto ahora no es el mismo, tan ordenadito, con el dinero en su caja de coco, con los zapatos guardados, con los pantalones por colores y las camisetas por edades. Con palestinas colgadas junto a las corbatas y bufandas. Sólo quedó un lugar especial que es imposible tocar, un cajón en el librero, ese está destinado para cualquier cosa que pueda entrar, que me han regalado o me he ganado en algún lugar, todo lo que me he encontrado y no quiero tirar. Ese lugar tan especial, algunos lo llamaron el museo de las madres y es de tanto el respeto que lo considero el reflejo de mi y un espacio donde aun convivo con viejos amigos.

2 commentaires:

Juan a dit…

¡Grandísimo el Museo de las Madres! Las madres que citas me han traído tantos recuerdos... las camisetas de la Pandorga, la piedra de Omaha Beach, la acumulación de apuntes nunca vueltos a tocar... Me alegro que tras el Nuevo Orden le haya quedado al menos un rincón reservado.
Te mando el homework: búscate Saint of Me, del Bridges to Babylon, 1997.
Un abrazo Cástor.

Migue Peregrino a dit…

¡Totalmente de acuerdo, Juan!¡Gran subidón!

Qué cantidad de madres no habrá en ese cuarto...

Otro abrazo Castor.