mercredi 24 août 2011

Hoy amanecí especialmente feliz, como si mientras dormía se me hubiera caído una carga. Como si se perdiera de pronto. Quizá la carga del trabajo se volvió hoy diminuta y de repente la carga social ya no fuera tal. Hoy volví a sentirme libre, reír mientras me caía el agua en el rostro al ducharme. Sorprenderme al encontrar figuras en el cielo. Volver a sentir los mosquitos en mis manos. Disfrutar de Fito en el carro, sentir el calor del café por las mañanas. Hablar con el patito que me regaló mi primo Ever en plena clase de ingles y voltear y ver a todos con su cara de niño y saber que hasta los adultos a veces saben que el trabajo no es vivir. 
Hoy comí en el gran jardín del trabajo o mejor dicho, en el campo de fut. tumbarme en el pasto y sentir el aire cruzar mi rostro. Extrañar un mate hoy me hizo sentirme contento. Ver un perro menear su cola y decirme felicidades has vuelto. Ver un gato negro con sus ojos verdes me cambió mi mirada. Hoy el día me hizo más feliz.

Querétaro me cambió el rostro, me hizo más hermosas mis ojeras y más amplia mi sonrisa. Me impregnó el rojo en mi corazón y me hizo más persona, más humano y menos hombre como digo yo. En resumidas cuentas, Querétaro tiene tanto color y gracia, que no sabría como recorrerlo sin toda la gente que a cada rincón le cambia el color, el tono y el sabor. Aunque claro, ayer no era persona y no sentía en lo absoluto mi cuerpo de lo fatigado que estaba, valió la pena, hace mucho que alguien del corazón no me decía Coché, ni me regalaba un abrazo que te hace sentir lo bello de volar ni la sonrisa perfecta que nutre el alma y engrandece el corazón. 

Hoy fue un gran día definitivamente. Hace mucho que no pintaba las calles, el cielo y el aire que respiro. Hace mucho que no creaba.

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